A Edward Pierce, psiquiatra inglés, le piden que trate el caso de David Bradley; un ingeniero de la compañía Northern Lighthouse que ha enloquecido mientras inspeccionaba un faro situado en un islote sobre el Atlántico Sur. Quien le encarga el trabajo es un pariente lejano de Robert Louis Stevenson; el creador del doctor Jekyll y el señor Hyde. Este punto de partida no es casual: la novela tematizará la relación de los hombres con sus dobles y los puntos de contacto entre presuntos polos opuestos: el bien y el mal; la cordura y la alienación.
Un personaje escribe su diario a medida que pierde la razón y el lenguaje lo abandona. Otro estudia a sus pacientes (un caníbal, un resucitado, un místico) y redacta un ensayo clínico que roza lo monstruoso. En estos textos que hacen avanzar la trama ya podemos intuir el juego: la psiquiatría como dispositivo de poder pero también como una rama de literatura fantástica.